Todos le preguntan dónde está su local. Pero no existe tal local. La única manera de comer sus dulces (su torta es una de las cinco mejores de la ciudad) es haciendo un pedido en Facebook o a un teléfono. Luego él llega en moto. La buena notica es que en dos meses tendrá su propio espacio. Y será un éxito. Lo loco es que hace un par de años él no sabía preparar tortas. Sólo era un chico de oficina, economista, que extrañaba los postres de mamá.